La riqueza natural del Archipiélago de Chiloé y una geografía rica en madera fue el inicio de la Escuela Chilota de Arquitectura, en la cual a partir de elementos existentes en la región y por influencia de los misioneros jesuitas, los carpinteros locales con la habilidad para transformar estructuras y ornamentación, lograron recrear templos europeos en su versión en madera.
Una cultura en la que los artesanos locales transforman la naturaleza circundante en casas, templos, tejuelas, bicicletas, cucharas, platos, una serie de construcciones y objetos propios la cultura de la madera transmitida de generación en generación y que ha sido el pilar de la supervivencia en cuanto a cobijo y trabajo.
El ingenio da origen a una clara identidad arquitectónica, presente a lo largo del Archipiélago en las iglesias locales, palafitos y casas tradicionales.
De colores vibrantes que contrastan con el paisaje, la tradición de construcciones en madera habla de la alegría de los habitantes, de su pasión y respeto por la naturaleza.
La madera hace parte de la historia de Chiloé como un organismo vivo, con espíritu propio que le permite romper el paisaje gris que lo circunda durante gran parte del año y que le sirve para diferenciarse del vecino o ser guía para los barcos que navegan en medio de la bruma.
Junto con las iglesias, los palafitos son un atractivo turístico importante de la región.
Los palafitos o casas en el agua, son construcciones sobre pilotes de madera en los cuerpos de aguas tranquilas. Sus paredes hechas de tejuelas principalmente de alerce se emplazan a lo largo de la zona costera, principalmente en la ciudad de Castro. Tienen dos frentes, uno hacia la calle, con la que se comunica a través de un puente, y otro hacia el canal, que posee una terraza superior que cumple la función de un patio y un nivel inferior que se utiliza para los trabajos de pesca, de acuerdo a las horas de marea. Es allí donde se amarran los botes que acompañan a los isleños en su salida para buscar mariscos y peces.
Las iglesias que datan del siglo XVIII son un patrimonio único de la región, 16 de ellas declaradas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, representan una tradición iniciada por los jesuitas y continuada por los Franciscanos, dando testimonio de la fusión exitosa de la cultura indígena y la europea.
La arquitectura Chilota es la integración del paisaje y el medio ambiente con los valores espirituales de la comunidad, es un juego de contrastes que inspira y evoca tiempos inmemoriales.